domingo, 27 de septiembre de 2009

KINITO A PRISIÒN



Pues hace un par de dìas Jaosè Marìa Urquijo Borde, mejor conocido como Kinito, fue detenido en su domicilio y enviado a prisiòn.

Kinito era uno de los seis de Mèxico y al igual que los demàs habìa sido puesto en libertad hace poco.

Inconcebiblemente, cuando ya estaba buscando trabajo para rehacer su vida, lo vuleven a detener bajo el argumento de que debìa estar seis años en prisiòn y sòlo ha cumplido tres, pues ahora resulta, que contra lo que es sabido, los tres años de Mèxico no le sirven. Una verdadera canallada màs del gobierno español que ya no sabe que hacer para reprimir a nuestro pueblo.

Ahora la gran preocupaciòn es que va a suceder con los otros cinco, pues todos estàn por lo mismo y por lo tanto corren el peligro de ser encarcelados de nueva cuenta.

Un acto màs de injusticia que raya en lo absurdo.

Tan sòlo nos queda desear mucha suerte a nuestro amigo Kinito y ojalà que pronto se den cuenta de las barbaridades que cometen los españoles y le pongan en libertad como se merece.

viernes, 4 de septiembre de 2009

ADIOS AITA



En octubre de 1980 dejaba yo mi tierra y mi casa. Me pasè a Iparralde exactamente el 12 de octubre de ese año. Unas dos o tres semanas despuès, un domingo, apareciò mi padre con madre y hermanos. Como siempre, mi padre, un hombre muy sensible, me dio un fuerte abrazo mientras las làgimas salian de sus ojos.
-Yo sòlo sè que eres mi hijo -dijo minutos despuès.
Y es que mi padre era lo que se dice apolìtico del todo, incluso entre sus diferentes amistades de poteo se encontraban miembros de las fuerzas invasoras.
-Aita, no andes con gente de esa, un dìa se hace una acciòn y te toca una bala -le comentè cierto dìa.
No me dijo nada. èl era amigo de todo el mundo y nunca me hizo un reproche ni una alabanza, mis ideas eran mias y èl era mi padre en las buenas y en las malas.
Las pocas semanas que seguì en Iparralde antes de partir a Mèxico, no fallò ningùn fin de semana a la visita junto con la familia.
Durante los dos años que permanecì en Mèxico, el carteo era frecuente. Regresè a Iparralde con el ànimo de seguir en el campo de batalla, pero un grave incidente me hizo volver al que definiticamente serìa mi nuevo paìs o como se dice, mi segunda patria, sucesos relatados en mi libro: "Exiliados Vascos".
Durante los tres meses aproximados que pasè en Iparralde, no habìa semana que no me hiciera la vista familiar junto con la familia. Al despedirnos en esa ocasiòn tenìa la certeza de que nos volverìamos a ver, si durante casi dos años pensò que quizàs no nos verìamos màs y no fue asì, ¿Por què no vernos en otra ocasiòn? Sin embargo, en aquella despedida serìa la ùltima vez en nuestras vidas que nos volverìamos a ver.
Por muchos años nuestra comunicaciòn fue por medio de cartas constantes, en donde a veces me escribìa èl en una sola carta y aveces junto a mis hermanos.
Recuerdo aquella anècdota en la que mi hermano me contaba como cuando el aita paseaba por Egia le parò la guardia civil y le pidieron el carnè de identidad. Al ver el nombre le preguntaron si era algo mio y les respondiò que yo era el hijo, se volvieron los txakurras a la furgoneta y tras unos minutos volvieron con èl.
-Oiga, y por què dice que es su primo si es su hijo -le preguntò el guardia civil.
-No, yo les he dicho que es mi hijo.
Le entregaron el carnè y le dejaron continuar su camino.
Hace unos pocos años, tal vez dos o tres, dada la facilidad para usar el telèfono a un bajo costo, decidimos emplear este medio para nuestras comunicaciones.
La voz de mi aita era muy apagada, como si siempre estuviese afònico, por lo que preferìa hablar con la amà o los hermanos que con èl, esto porque sentìa yo que se agotaba al hablar y apenas le entendìa. Cada vez se le deterioraba màs la salud.
El problema surgiò hace unos treinta años. Eran fiestas de La Magdalena. Yo habìa pasado toda la noche de fiesta. A la mañana, como a las ocho, leo el Egin y veo el nombre de mi aita, habìa sufrido un accidente con la moto de correos en donde trabajaba. En ese momento recuerdo a mi amigo Santos Blanco (asesinado pocos años despuès por el GAL) cuando se me acerca y le digo que mi aita ha tenido un accidente, me mira con cara de incredulidad y me dice si estoy loco, que què hago ahì sin ir a ver a mi padre cagando hostias. Justo lleguè a casa para cambiarme de ropa y subir a la residencia cuando me llama la ama para decirme del accidente. Y allì, en la residencia estaba mi aita en cuidados intensivos.
El accidentehabìa sido cuando en un cruce un coche se pasò el semàforo en rojo, chocando de frente con la moto que menejaba mi aita.
Se reuperò de aquella en apariencia, se habìa dañado la pleura y algunas costillas, màs era fuerte y atlètico y parecìa que todo quedarìa en el pasado, pero no fue asì.
Con el tiempo, al parecer, unas costillas se habìan soldado en mala posiciòn y eso, a la larga, terminarìa por dañarle un pulmòn hasta el punto de quedarle inservible por completo, de tal manera que ante un catarro comùn se quedaba sin respiaciòn y le tenìan que subir al hospital. Esto mismo fue motivo para que nunca pudiese venir a Mèxico para visitarme, ya que el smok, con la altura, màs la emociòn al verme, podrìa ocasionar un desenlace fatal.
La ùltima vez que hablè con èl por telèfono fue el dìa de su cumpleaños, el 10 de abril, cuando cumplia los 78 años de edad.
El pasado lunes 31 de agosto, a las 4 de la tarde en Mèxico y once de la noche en Euskal Herria, me habla mi hermano para decirme que el aita està en las ùltimas, le dan como mucho 4 dìas de vida. En esos momentos comienzan unos de los dìas màs amargos de mi vida.
Quisiera poder ir a despedirme de èl. Son dìas de angustia en los que espero, llorando muchas veces, que las llamadas que suenan en el telèfono no sean de mi hermano, en estos dìas es la voz que menos quiero oir por telèfono, pues cuando la oiga es que mi aita ha fallecido.Pienso muchas cosas, pienso si me saco un pasaporte falso y me voy o si de plano voy a la embajada y les digo si me permiten ir, estupideces que se evaporan a la misma velocidad que las pienso, està todo hecho, mi aita morirà y no podrè darle un ùltimo adios.
Lo recuerdo desde niño, cuando me llevaba al Urgul a coger castañas o moras y como no, recuerdo la ùnica paliza que me dio en la vida, cuando teniendo yo unos diez u once años, junto a otros niños nos diò por robar objetos en una tienda de regalos, en Pic. No era para hacer negocio ni nada por el estilo, simplemente nos gustaba hacer esa travesura, quitàndoseme esas ganas tras las nalgadas que me dio.
Otros muchos recuerdos me acuden a la mente, todos agradables, puedo decir o màs bien podemos los cuatro hermanos (Tres hombres y una mujer) que tuvimos un padre ejemplar, un padre bueno, generoso y honrado, un padre que merecìa vivir màs años, pero que un maldito acidente le acorto la vida.
Hoy, viernes 4 de diciembre, justo cuatro dìas despuès de que me hablase mi hermano para darme las malas noticias que habìa y a las seis y media de la tarde de Mèxico, siete màs tarde allà, suena el telèfono y la voz que menos querìa oir se deja escuchar. Era mi hermano Carlos. En cuanto oigo su voz le digo si todo acabò y me responde que falleciò unas horas antes.
Me recuerdo de un artìculo que leì de una andaluza a la que le ejecutaron un hermnano en Sevilla. Ella, al igual que muchos de nuestros enemigos, hablan de lo mucho que sufren y cuando le preguntan que la otra parte tambièn sufre, dice con todo el cinismo que les caracteriza que no saben que la otra parte sufra. Curioso es tambièn un documental titulado El Infierno Vasco, en dònde se habla de los "Exiliados" por parte de ETA o de sus simpatizantes y de verdad que causan risa. Exiliados nosotros que no podemos volver ni para despedir a nuestros padres y como yo hay muchos, ellos siempre tienen la posibilidad de ir donde quieran a despedir a sus muertos. Nuestro exilio es el verdadero, el que hace sufrir, el que ni tan siquiera nos permite despedirnos de nuestros seres queridos, de dar el ùltimo adios, el ùltimo beso a nuestros padres, a nuestros hermanos.
Hay que acabar con este sufrimiento, pero como hacerlo si una parte, la que nos oprime, la que nos invade, no le da la gana de hacerlo y sigue con su total necedad de oprimir a nuestro paìs.
Sòlo me queda despedirme de mi aita por este medio que es internet.
!Aita! Gracias por todo lo que me diste, gracias por estar siempre con migo y por darme esa madre y hermanos tan maravillosos.
¡Adios aita! ¡Descansa en paz!

foto: Diciembre de 1980 en Bayona.